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CARMEN LLOPIS  La información hoy nos sitúa ante unas oportunidades para estudiar y aprender a las que hemos de responder. Pero necesitamos técnicas para...

CARMEN LLOPIS

 La información hoy nos sitúa ante unas oportunidades para estudiar y aprender a las que hemos de responder. Pero necesitamos técnicas para procesarla y construir nuestro propio pensamiento ayudando a nuestros estudiantes ante esa gran cantidad de noticias de todo tipo que nos invade y nos satura[1].

Conocer supone estar informado, ambas actividades necesitan esfuerzo y exigen movilización intelectual. El conocimiento es el resultado de procesar la información que obtenemos de los sentidos, mezclarla con conocimientos previos y elaborar estructuras que nos permitan entender, interpretar, ser conscientes de lo que nos rodea y de nosotros mismos[2]. Si consideramos que conocer es una capacidad para convertir datos e información, tenemos que ser conscientes de cuales resaltamos o ignoramos para de una manera adecuada y coherente poder actuar.

La movilización de los saberes que se produce constantemente, el cuestionamiento que nos plantean los distintos aspectos interrelacionados de la realidad y el ingente esfuerzo que tantas personas y grupos realizan para socializar el saber -cursos, investigaciones, publicaciones…- tiene que estimarse. Los conocimientos carecen de valor si permanecen estáticos.

Para captar la realidad, analizarla e intentar dar respuestas necesitamos estudio, búsqueda de la verdad sin miedos, dejando certezas heredadas, confiando en el valor de la razón y de la comunicación para descubrir lo que tiene sentido. La complejidad de la percepción de la realidad, junto al rigor que caracteriza todo proceso de estudio, la interdependencia entre múltiples factores y la diversidad de perspectivas a las que podemos y debemos acceder, nos urge a que las fuentes del estudio han de ser plurales y poner en juego, no sólo procesos de racionalidad conceptual, sino también otras racionalidades que posibilitan la comprensión de los fenómenos y la comunicación de saberes diversos. [3]

Los peligros y exclusiones que se ocultan detrás de la sociedad del conocimiento es un aspecto que queremos resaltar. Muchas voces señalan que la gestión de la incertidumbre, del riesgo[4], la habilidad para resolver problemas son capacidades necesarias para las personas y valoradas por las organizaciones. Y es en esta situación de incertidumbre en la que el estudio tiene característica, urgencias y oportunidades nuevas, tiene que ser riguroso, sin pretender favorecer el elitismo, pero sí una gestión del conocimiento que exige capacitación, para contribuir a la transformación de la sociedad desde claves humanizadoras. Además, es preciso estudiar para la realización de un trabajo bien hecho en el ámbito educativo, social, o cualquier otro. Un estudio que orienta a las acciones y unas acciones que se dejan cuestionar por el estudio. El diálogo, el debate, la indagación, la búsqueda de coherencia son imprescindibles para entender y aprender. Estudiar es, por tanto, aprender a escuchar, a estar perplejos, a preguntarnos, a interesarnos, a cuestionarnos en lugares y tiempos para reflexionar y compartir los significados; es aprender de otros/as y con ellos/as a construir, crear gracias a los que han ido por delante, experimentar que vamos en hombros de gigantes, como dijo Newton. Lo que supone compartir con todos los seres humanos vínculos profundos de fraternidad y dignidad.

Mediante el estudio aprendemos a pertenecer unos a otros, entramos en conversación con otros seres humanos en nuestras búsquedas de la verdad que nos hará libres. En el contexto multicultural, plural y complejo, esta experiencia es imprescindible. Nos permite encontrarnos en los caminos de búsquedas con personas y grupos, aparentemente muy distantes.

Por el estudio podemos aprender a contar y a experimentar la historia desde otros puntos de vista -los pequeños, las minorías-. A través de él heredamos los frutos de muchos hombres y mujeres, de muy distintas procedencias y culturas que se han esforzado por abrir caminos a la verdad y a la vida. Como medio para escuchar, posibilita la experiencia de entendimiento compartido, la razón comunicativa[5]: intercambiar, alcanzar consensos, explicitar que la verdad nadie la posee, hay que buscarla. El método dialógico, del estudio supone y proporciona una gran confianza en las personas, en nuestras posibilidades de construir un hogar humano común mediante el dialogo y la no violencia.

Pone de relieve, también, el valor de las disidencias, prestando atención y tomando en serio los argumentos de aquellos con los que no estamos de acuerdo. Dejar de lado las certezas que descartan las verdades incomodas. Exige la discusión, el contraste, el esfuerzo por llegar a entenderse. Nos reconcilia con los conflictos que son expresiones de diversidad y libertad.

Al posibilitar la experiencia de construir en común el saber, el estudio, aleja los fantasmas del orgullo y la autosuficiencia. La persona con talante estudioso tiene que clarificarse no sólo sobre lo que le aportan sino cómo utiliza y a quién beneficia ese poder que adquiere con la cantidad, diversidad y calidad de la información que maneja; con la amplitud de visión que adquiere sobre el mundo y su entorno propio; con la capacidad de análisis, de interpretación y toma de posición ante las ideas y los problemas. Además, con el discurso que construye; con el conocimiento y relaciones que establece con otras culturas.

La responsabilidad que se nos pide con el estudio debe de alejarnos del dilema: ¿ponerlo al servicio de los intereses propios o a favor del bien común? La ambigüedad no es posible.

EL FORTÍ, VINARÒS INTERCULTURAL

https://es.slideshare.net/ElForti/forti-marzo2023pdf?from_search=3

[1] Lo que algunos autores han llamado la “infoxicación”. Alfons Cornella, ver en: http//www.infonomia.com/img/pdf/sobrevivir_infoxicacion.pdf

[2] Brey, A. (2011) “La sociedad de la ignorancia. Una reflexión sobre la relación del individuo con el conocimiento en el mundo hiperconectado”, en AA.VV. La sociedad de la ignorancia. Península, Barcelona.

[3] Gardner, H. (2011) Inteligencias Multiples: La Teoria en la práctica.  Paidos

[4] Entre otros: Ulrich, B. (2008) La sociedad del riesgo mundial: en busca de la seguridad perdida. Paidós, Barcelona.

[5] Habermas, J. (1989) Teoría de la acción comunicativa. Complementos y estudios previos. Cátedra, Madrid.

 

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