El Fortí: El mito del liberalismo en Vinaròs (III)
EL FORTÍPENSAMENTSVINARÒS 1 febrer, 2023 Vinaròs News
MARIAN FONELLOSA
1-ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
El 17 de mayo de 1829 había fallecido la tercera esposa del Rey Fernando VII, Amalia de Sajonia. Sólo cuatro meses después, el 26 de septiembre se anunciaba públicamente el compromiso del Monarca con María Cristina de Borbón. La boda se celebró el 11 de diciembre y el 31 de marzo de 1830 se promulgó la Pragmática sanción que derogaba el Auto acordado de 1713 por el que se había establecido la ley Sálica en España, de la mano del primer Borbón Felipe V, y que impedía a las mujeres la sucesión al trono. Así, para sorpresa de los realistas-carlistas, la pragmática permitía una eventual sucesión femenina al trono de España. El 8 de mayo se anunciaba el embarazo de la reina y el 10 de octubre de 1830 nacía Isabel, lo que cerraba el paso al infante Carlos y a la opción realista-carlista. En poco más de un año la Corona tenía a una nueva heredera.
En 1830 la opción por el Infante tenía su coartada en la legitimidad, ya que la Pragmática, desde la perspectiva carlista-realista, implicaba una ilegitimidad de origen y de ejercicio para la nueva heredera. Esta situación abrió una crisis política de envergadura entre 1830 y 1833, librada sobre todo en Palacio, que tuvo su punto de inflexión en los sucesos de La Granja de 1832, el 18 de septiembre, cuatro días después de haberse acentuado la enfermedad del Rey. Un intento fallido de los partidarios del Infante Carlos para que el rey anulase la Pragmática. Personajes de notable influencia en Palacio presionan el Monarca, como Antonini, el confesor del Rey, y a la Reina, como Calomarde, ministro de Gracia y Justicia, con la velada amenaza de guerra civil, y consiguen de Fernando VII la derogación de la Pragmática, y por tanto la validez de la Ley Sálica en España y la imposibilidad del reinado de la infanta Isabel. Los carlistas habían inclinado momentáneamente, y por última vez, la balanza a su favor.
El éxito realista-carlista duró poco. Sólo diez días más tarde, el 28 de septiembre, los “reformistas” y personajes de Palacio vinculados a la causa “isabelina” recuperan terreno y consiguen, a su vez, restablecido en Monarca antes de lo previsto, la anulación de la derogación de la Pragmática y por tanto la legitimidad de Isabel como heredera al trono. Este hecho supuso una irreversible consolidación de la estrategia reformista, más allá de la cuestión sucesoria. El Gobierno quedó destituido, lo cual significó el fin político de Calomarde, mientras se formaba uno nuevo sin presencia de personajes ultras.
Se resolvían siete años de enfrentamientos entre ultras y reformistas en el Gobierno y en palacio, los ultras eran apartados, aunque no por vocación liberal ni del monarca ni del “reformismo fernandino”. Se planteaban estrategias de negociación con sectores liberales, como la promulgación de una amnistía, que permite la vuelta a España de la mayoría de los liberales exiliados y la cuestión dinástica consolidaba y redefinía las posiciones en la manera de entender la organización política, económica y social. Representa un período de transición, no hacia el liberalismo, sino hacia el apuntalamiento del régimen como amalgama de absolutismo y cierto reformismo representativo, que después de la muerte de Fernando VII, culminará a modo de Carta Otorgada con el Estatuto Real de 1834.