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MANUEL MILIÁN De que los pueblos repiten su historia porque pierden la memoria, como decía ortega y Gasset, parafraseando a Heródoto, no me cabe...

MANUEL MILIÁN

De que los pueblos repiten su historia porque pierden la memoria, como decía ortega y Gasset, parafraseando a Heródoto, no me cabe la menor duda. Y a los españoles les corresponde una gran dosis de esta verdad. Claro que para gobernantes ignaros y narcisistas como Pedro Sanchez solo les interesa la Post-verdad, donde se legitiman las mil ignorancias que acumulan, y de ella (relativismo dogmático) se nutren todos los despropósitos de su propia cosecha o de su cínico “instructor” Ivan Redondo. Todo lo que vamos viendo este verano de 2019 es una antología de vanidades y contradicciones saturados de vacuidad sin precedentes. Ni Zapatero –al que le desbordó una real crisis- lo podría superar; entre otras razones porque Rodríguez Zapatero no era vanidoso, ni soberbio, ni pedante, ni exhibicionista de un ego descomunal. Al peculiar pedro Sánchez le cuadraría del aviso de Homero: “Los dioses ciegan con la soberbia a los héroes que quieren perder”. Y en eso andamos.

Fréderic Bastiat, muy partidario del libre mercado, afirmaba que “La ley se ha pervertido bajo la influencia de dos causas muy diferentes: el egoísmo carente de inteligencia, y la falsa filantropía” ¿Alguien puede llegar a imaginar que del brutal individualismo de la “open society” puede llegarse a la armonía social? ¿Algún necio puede alumbrar la idea que de la “teoría del caos” puede surgir un nuevo Estado o gobierno social universal? ¿Alguien podría negar que del egoísmo personal no se genera sino conflictos? Algunos partidos de la izquierda española y algunos sectores sectarios de la derecha ponen, según se deduce de su praxis, que las cosas van a mejorar a la mañana siguiente del caos. Necedad de necedades, pero es así, y Catalunya tampoco queda al margen de esta fenomenología.

La clase política española –y buena parte de la catalana- ha desterrado el sentido común. Jaime Balmes, el de El criterio, se azoraría de ver en qué ha venido a dar la emblemática sabiduría del seny. Sin embargo, lo peor no es eso, sino el eclipse del sentido de la realidad, la ceguera que lleva a su negación ¿Tan mermados son estos políticos que ni siquiera dudan de su propia incompetencia? Me pregunto diez veces al día si saben lo que es el examen de conciencia, o si les ilumina el caletre por casualidad algo parecido a la duda metódica de Descartes, o al racionalismo volteriano. No aspiro a que conozcan los conceptos de Sto. Tomás de Aquino acerca del Bien Común, la Justicia Distributiva, o las normas del buen gobierno. Eso sería pedirles demasiado…

Ignoro si son conscientes de que han puesto en riesgo grave la supervivencia del sistema democrático (¿Acaso sueñan que la progresiva islamización de Europa va a salvar nuestro estado de Bienestar, o nuestras Democracias?). Desde la 2ª República y nuestra guerra civil no he conocido disparate mayor ¿Qué las pateras y las mafias de traficantes –ONG mediantes- van a salvar nuestras pensiones? Debieron de proferir semejantes necedades en una noche de farra y alcohol, de lo contrario se pone en tela de juicio la capacidad o aptitud razonable de semejantes dirigente. Mi pregunta será si una Democracia que no respeta escrupulosamente sus reglas –y garantiza su autoprotección- será capaz de sobrevivir. Ni es baldío lo que Salvini ha puesto en práctica en Italia; ni Boris Johnson parece un defensor de la más vieja democracia mundial;  ni Trump respeta nada que no sean sus propios caprichos e intereses… Se verá en fechas próximas quien empieza a ganar elecciones en Alemania, Francia, o países del Este: los que se sienten tentados a no respetar las reglas del juego. VOX es entre nosotros un toque de corneta para dejar las sábanas.

Si el sistema democrático pereciere, la libertad económica, la libertad de mercado, le acompañaría en la ruina: se convertiría en el primer contrapoder a eliminar, como demuestra la Historia, la Cuba de Castro, la Venezuela de Maduro, o las insensatas apologías demagógicas del glorioso Pablo Iglesias y su coherente praxis del chalet lujoso. Si bien, vayan también las responsabilidades para esos “filántropos” como el Sr. Soros, o los generosos capitalistas de las multinacionales que atropellan las leyes de las naciones democráticas, se ríen con trampas de sus deberes fiscales, burlan las leyes nacionales y extraen beneficios  inmorales de la explotación y de la especulación más escandalosa. También son ellos responsables de lo que pueda ocurrir a partir de una crisis tan grave, si se repite, como la de 2007, o la paradigmática de 1929. Ésta trajo el fascismo. La que se aproxima, según los profetas de la economía, puede traer el eco de lo que fueron los años 30 del siglo pasado, o quién sabe qué.

No es la demencia de los calores del estío más irregular que se conoce, sino una grave inquietud compartida por mentes clarividentes. El historiador Robert Kagan avisa de que su máxima preocupación es que el orden mundial hoy está siendo socavado paulatinamente, y en cualquier momento podría derrumbarse ¿De quién es la responsabilidad sino de la lamentable clase política y de los muy deficientes liderazgos nacionales y mundiales? Mal analista será el que rechace la virtualidad del temor de R. Kagan.

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