De aquí y de allá: El colapso moral del “Sanchismo”
DE AQUÍ Y DE ALLÁPENSAMENTSVINARÒS MAIL 28 maig, 2025 Vinaròs News
MANUEL MILIAN
En Moncloa se ha creado una fábrica de palabrería con más de 500 empleados para acuñar terminología experta, o disuasoria, de la realidad, cuando no de lavado de vergüenzas o simplemente de exculpación. El flujo es tan escandaloso que un atajo de ministros sintonizan cada mañana a las ondas de este laboratorio: la palabra del día – o el palabro – es “casquería”, y “sobrinas” de condición prostibularia ¿De verdad todos ellos sabrán qué se trata?
En la putrefacción ética que los ciudadanos de la calle soportamos, el hediondo olor del relato expendido yede por todas las esquinas cuando se habla hoy de política en la Península Ibérica, no en Hyde Park Corner por donde paseaba yo con el embajador Fraga cada tarde después del yantar. Allí se discutía con pasión bien educada. Nadie osaba referirse a casquería o nada similar; los ingleses son muy finos… La cuestión si el procedimiento del relato basta para encubrir, primero, y justificar después, una gobernación vacía de hechos en verdad acreedores de alguna credibilidad ¿Bastan las palabras para justificar los hechos que en realidad no se dan?
Si antaño el léxico concedía el crédito en nuestros mayores, en la actividad económica y en el trato mercantil, ¿qué garantía otorga el abuso etimológico de los términos o la falsedad de los significados del lenguaje? Es esta una vía del descrédito que socaba la legitimidad y la autoritas del que lo profiere. Es el discurso, amigos lectores, no los hechos que certifican la falsedad, el que pretende narcotizar la levedad del pueblo que anule la adecuada respuesta a tanta hipocresía, o pueda soslayar el mal olor de la palabrería fútil, necia y a menudo sucia.
¿Por qué no se desnuda toda la Verdad y se transparenta el argumento de las auténticas intenciones de los gobernantes? ¿Por qué se atrincheran nuestros gobernantes en la causalidad ajena cuando es en su incompetencia personal donde habría que buscar la responsabilidad? Éticamente estamos ante un proceder incalificable, inaceptable y falsario que desautoriza a todo un gobierno que atribuye constantemente la “verdad” de las causas, el apagón eléctrico, el desastre de los trenes, el nulo mantenimiento de las infraestructuras
¿Tal vez en los festejos del parador de turismo del genial Abálos? ¿Acaso es el latrocinio, la mentira, el folleteo su único relato de la “verdad”? Tarradellas apelaría al asco, o al camuflaje más pulido, del “fer el rídicul”, (“lo único que no puede hacer un político”, añadiría el sabio president”). Sin embargo, la ceguera de los próceres políticos españoles no acierta a percibir el pútrido olor que pulula por nuestras ciudades y corrompe el aire que respiramos que, como decía mi amigo empresario mexicano “es tan desesperadamente contaminante que se puede masticar”. Un privilegio de los ignorantes atontados, o los ineptos ingenuos que aman ser engañados a diario para sublimar sus penas.
Hoy las palabras ocultan los hechos. Y los hechos son los que son: jamás abundó tanta miseria moral; se percibe tanta desvergüenza, jamás se mintió tanto ni el chantaje fue de uso tan legal – y usual – en el ejercicio de la política y de la gobernación. Los hay en Bruselas que ello se han doctorado. Y en Moncloa, y en Las Cortes. Tragan como si de un manjar se tratare…
¿Dónde queda el Cicerón escrupuloso? ¿Tal vez donde habita Catilina? Pero ¿alguien puede creerse lo de la aristocracia política “del gobierno de los mejores”?. Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, etc. depuraban las palabras con el aceite de la Ética. Los nuestros hoy se preguntan qué es eso de la verdad y las palabras o el compromiso. Entre nosotros es puro heno, pura entelequia. De ahí el colapso del buen gobierno: el eclipse de la democracia nos aproxima a Shakespeare cuando se lamentaba en Hamlet de que “algo huele a podrido en Dinamarca”. ¿Estamos ya en Dinamarca?