De aquí y de allá: El cenagal de la hipocresía
DE AQUÍ Y DE ALLÁPENSAMENTSVINARÒS MAIL 12 març, 2025 Vinaròs News
MANUEL MILIÁN
El hartazgo de Cicerón estalló en el Senado Romano con su catilinaria: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nuestra?” (¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?’) Aquel discurso consagró su gloria. Si tenemos bien claro quién es nuestro Catilina (de Moncloa), desgraciadamente nuestro Cicerón no se manifiesta en ninguna parte. ¡Qué lejos está Feijóo de serlo! La política ha entrado en la porquera; la moral pública, eclipsada después de haberla degradado sin piedad; el amiguismo, ocupando empresas públicas; el nepotismo, la clave que abre todas las puertas del poder; el Tribunal Constitucional, de vacaciones o en funciones que no le correspondan, violando la función del Tribunal Supremo; el narcotráfico, adentrándose por todas las puertas y ventanas; los sindicalistas, de mariscada; las putas, en las nóminas ministeriales y en puestos de trabajo ficticios… ¿Hasta cuándo nuestra paciencia será desafiada en un sistema de partidos en los que cuya dialéctica negociadora es el chantaje sistemático?
Desde 1975 no he conocido un panorama similar a la vida social y política de la Península Ibérica. Envidio a Portugal, ya que ni mis viejas estimaciones americanas me consuelan ante el desbarajuste de un Trump que rema a favor del regreso al feudalismo, o al imperio, como estructuras del poder. Elon Musk y los globalistas, en la sintonía de Putin, nos conducen inequívocamente al neofeudalismo, al dominio de los señores medievales, a la ruina de la diosa Democracia, que morirá cuando estos sátrapas manden en el actual orden internacional. ¿Alguien entre ellos recuerda los compromisos de Munich del año 1938? Sabemos quién emula a Hitler en las estepas del Este europeo. Sabemos quién es Chamberlain en los extremos de la OTAN. Sabemos quiénes son los Sudetes inmolados en Washington DC. Pero, ¿seremos conocedores al día siguiente de que el sátrapa de Putin se cobre Ucrania?
El orden internacional actual es un mantel que se deshilacha. ¿Queda algo de moral pública y privada a los emperadores de hoy? ¿Es viable un sistema político sin la ética que lo rija y lo fundamente? ¿Dónde queda ese concepto aristotélico del “gobierno de los mejores” (la aristocracia en griego)? Una pléyade de farsantes en la que la excepción puede ser una mínima cuadrilla de honestos.
¡Pobres Sócrates, Aristóteles y Cicerón! ¿Qué se hará de ellos cuando se impongan Catilinas, Putins o los locos mercaderes neoyorquinos? Transformarán las normas, sin duda, mermarán las libertades –entre otras, la de expresión– y asentarán un modus vivendi fundado en la autocracia y –¡Dios no quiera!– en el despotismo. Estamos bien guarnecidos, en esta Europa sin liderazgos consistentes y con hienas que amenazan en las fronteras de Occidente y del sur, mientras los negociantes devoran el orden internacional. ¿Queda alguien por arreglarlo? La cuestión se empeña de manera insistente. ¿Qué quedará de la verdad si su esencia es articulada sistemáticamente desde la mutabilidad? En teología, se denomina transsustanciación; en el lenguaje coloquial, mentira, falsedad; cambios de opinión en el idioma sanchista. Un fenómeno que se advierte en el abecedario etimológico, más perverso que la izquierda de caviar que se disfraza de progresismo y se convierte en la cuna de los factores que la naturaleza del lenguaje “pervierte” por “cesión o movilización de recursos” cuando se trata del expolio fiscal, “defiende de la identidad”. Estamos ante el paroxismo de la falsedad, es decir, de esa hipocresía. Y algunos de los altares del poder parecen tan conectados con esa oscuridad como el fuego y el humo.
La Expresión de este fenómeno político la encontramos hoy en la apariencia farsante de esa izquierda neomarxista que predica el feminismo y practica o ejerce el machismo más disoluto, como demuestran las conductas de los máximos prebostes de Podemos: el incoherente comportamiento de los “ángeles” de la izquierda hispana. Practicar lo que se condena. ¿Quién va a garantizar los criterios de credibilidad y fiabilidad en la política española si la moneda de cambio es siempre la incongruencia? Hoy la mentira queda camuflada en el relato, y ésta es la ruina de la realidad. Facta non verba, arguían los romanos de Cicerón.