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MANUEL MILIÁN La reciente hecatombe de la DANA en la comunidad valenciana pone patas arriba a toda la clase política por ineficaz y miserable....

MANUEL MILIÁN

La reciente hecatombe de la DANA en la comunidad valenciana pone patas arriba a toda la clase política por ineficaz y miserable. ¿Cabe mayor indignidad que autodestruirse cuando perduran los muertos por censar todavía (229) ya contabilizados, las calles amuralladas de barro, ruina, cascotes, los bajos de locales y garajes anegados aun? Niños sin escuela y más de 5.000 empresas afectadas. ¡Toda una devastación sin precedentes!

El desastre de la provincia de Valencia es hoy el paradigma de la ineficacia de los políticos, de la ineptocrácia imperante de los gobiernos, de la simonía de los cargos públicos; en suma de la incompetencia de los gobernantes por ineptos e indocumentados. A la vista están esos “currículums” de la insuficiencia de quienes no pretenden gestionar el bien público. Una vergüenza nacional que exigiría el examen ético de esta realidad, pues ya no se elige a los mejores, sino a los oportunistas que más gritan o que se desnudan de toda ignominia para exhibir lo que en realidad son: Koldos, Abálos, Cerdán y algún exiliado de la Comunidad a quien le importa un rábano poner patas arriba el sistema.

Las consecuencias hoy apuntan grandes riesgos que sin duda mañana, dramáticamente, se harán realidad. Nada es gratuito en política, y aún menos la incompetencia, la ineptitud y la altanería, y esa escoria de cloaca que es el populismo, de un signo o de otro. El populismo es la sinrazón propulsada al abuso. Todas las dictaduras fueron populistas desde Hitler a Stalin, desde los fascismos de los años 30 a la baratija política de los chorizos bolivarianos y bananeros, desde el Peronismo que ha arruinado a Argentina a la necedad maligna en la desdichada Venezuela de nuestros días: la consecuencia es la ruina populista de dos de los países más ricos del globo: Argentina y Venezuela.

Tras el espectáculo del congreso de Sevilla de los socialistas españoles forzoso es preguntarse por sustanciales cuestiones del buen gobierno: a) ¿En realidad alguien puede creer que España va en la dirección correcta hacia ese progreso que a diario predican los sabuesos de Pedro Sánchez? b) ¿Es legítimo apelar a la mentira como elemento de persuasión política? c) ¿Cabe una verdad política divorciada de la verdad filosófica o de la Ética? d) ¿Se habrán preguntado los “acompañantes” de este despropósito político, de esta acepción fascistoide del personalismo político y de las consecuencias – y responsabilidad judicial – de su complicidad? Son interrogantes de grave responsabilidad histórica que deberían formularse nuestros gobernantes y la totalidad de la clase política actual, pues ¿qué herencia van a legar a la próxima generación?

Cainismo, odios, maquinaciones perversas, ruina de la Deuda Pública, engaños y, probablemente, una confrontación virulenta en la sociedad de las malditas dos Españas. ¿Es consciente el funesto sanchismo y sus necesarios acompañantes del tremendo compromiso que supone su condición de cómplices? Sin Ética no hay política, ni democracia ni libertades. ¿Acaso no fue fascista el sistema de Ceaucesco en Rumania de que algunos propasen imitar?

Si inquietante es lo sucedido en el congreso del socialismo en Sevilla, peor será el deshielo de los tribunales cuando apliquen la verdad de la ley a los conductos del Sanchismo y adláteres. ¿De veras ciertos políticos no se cuestionan – por igual gobierno y oposición – la idoneidad de sus ópticas, de sus procederes, de sus maridajes contra natura y con tramposas mentiras para el pueblo? Congresos como el de Sevilla, desastres como el de Valencia, “acompañamientos” cómplices como el de algún exiliado de dentro y de fuera, exigen hoy una severa consideración, si de veras amamos la Verdad y queremos perseverar en la Democracia en España.

Es un aviso a navegantes que en su día profirió Augusto de Noce: “El nuevo totalitarismo está tan perfeccionado que no necesita de persecuciones físicas ni campos de concentración”. Tal vez algunos bien pensantes tienen el “gulag” en su propia casa sin ser conscientes de ello.

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