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APNAL-ECOLOGISTAS EN ACCIÓN “LA CRUELDAD COMO DIVERSIÓN”  Hemos sabido por las redes sociales de los actos taurinos que se han llevado a cabo recientemente...

APNAL-ECOLOGISTAS EN ACCIÓN

“LA CRUELDAD COMO DIVERSIÓN”

 Hemos sabido por las redes sociales de los actos taurinos que se han llevado a cabo recientemente en la plaza de toros y en el paseo marítimo de Vinaròs. También observamos fotografías de niños y niñas jugando con un toro de madera durante actos culturales en las fiestas patronales y nos hacen pensar en la “Cultura del Toro” como una forma de diversión con los animales, intentando educar a los niños y a las niñas en que una forma de divertirse es jugando con los toros. Pero si ya de por sí es un despropósito este tipo de juegos educativos y actos taurinos, lo del “TORO EMBOLADO” es de una crueldad mayúscula y además, con presencia de menores. Recordemos que embolar con fuego consiste en inmovilizar al toro por la cabeza que está amarrada con cuerdas contra un pilón de madera. Para poder controlar al toro y llevarlo hasta la plaza de toros, es tirado por el otro extremo de la cuerda usando la fuerza de quienes componen la cuadrilla de emboladores.

Es habitual que en este momento el toro sufra caídas y bruscas sacudidas de cabeza. También es habitual que el toro se enrede con la cuerda por lo que el proceso muchas veces termina siendo aún más largo y angustiante. Una vez inmovilizado, se le acopla en los cuernos unos herrajes de metal en cuyos extremos se colocan unas bolas impregnadas con un líquido o sustancia inflamable, capaz de mantener el fuego ardiendo durante un tiempo prolongado. A continuación se prenden estas bolas y se corta la cuerda que lo sujeta, para que el toro pueda correr en la zona acotada para ello. ES UNA DE LAS FORMAS MÁS CRUELES DE FESTEJO QUE PODÍAMOS INVENTAR.

El único fin de embolar un toro es el de exhibir a un animal que por lo general causa asombro y admiración por su tamaño, expresión y movimientos, incorporando el fuego como un elemento más de vistosidad y emoción que contribuye a que la actividad sea un poco más espectacular y entretenida. Los toros embolados sirven también como exhibición de las habilidades de los propios emboladores y para demostrar su valentía. Las muertes por embolada ocurren, por lo general, como resultado de brutales golpes que el propio toro puede darse contra muros de piedra, árboles, vallas de metal u otros elementos del mobiliario urbano, cuando trata de deshacerse con desesperación de las bolas de fuego que lleva sujetas en la cabeza. También pueden morir por infartos a causa del estrés, agotamiento, quemaduras, ceguera, etc. Un gran número de estos animales son directamente enviados al matadero esa misma noche. Aunque pueda parecer que los toros son animales fuertes y bravos, lo cierto es que muestran sensaciones de pánico si se les separa de su grupo social.

Si a eso añadimos la angustia de sentirse atrapado dentro de un camión o cajón, inmovilizado por decenas de hombres que lo sujetan por todo el cuerpo, el ruido de los gritos, la pirotecnia, música o los aplausos, y el natural miedo al fuego que tiene cualquier animal, podemos decir que indudablemente la práctica de embolar a un toro le aporta un gran sufrimiento psicológico. Tal como indica la LEY 26/2018, de 21 de diciembre, de la Generalitat Valenciana, sobre derechos y garantías de la Infancia y la adolescencia en su Artículo 70.1  “Las personas menores de edad no podrán participar ni asistir a competiciones deportivas o espectáculos cuyo reglamento contemple la producción de daños físicos o psíquicos sobre personas o animales o puedan implicar riesgos para la salud o seguridad del menor.” Presenciar violencia real hacia los animales, como una forma de entretenimiento, es deseducar la empatía y normaliza la violencia.

Una sociedad emocionalmente sana no puede querer eso. Exponer a las niñas y a los niños a la violencia real, a la tortura y muerte en directo, es ejercer violencia psicológica sobre ellos. Les dice a las claras que la sensibilidad, el cuidado y la empatía no son valores reales de nuestra sociedad. Decir que un torero es valiente, es mantener un esquema patriarcal de dominación de unas personas sobre otras a través de la violencia. El valor no tiene nada que ver con la dominación, ni con el maltrato, ni con sentirnos por encima de los demás. El verdadero valor es el de abrir fronteras, el valor del amor sin poseer, el valor de cuidar. Que el ayuntamiento de nuestra ciudad promueva con subvenciones este tipo de actos pese a que esta práctica supone un intenso sufrimiento para el toro, víctima del agotamiento, golpes, caídas, además de desorientación, miedo y angustia, nos habla de la insensibilidad con respecto al “Maltrato Animal”.

Estamos seguros de que esta decisión avergüenza a la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas que ni participamos ni nos gustan estos espectáculos que hacen sufrir a los animales. Pedimos que este tipo de actos taurinos sean erradicados, no sean pagados con dinero público ni promovidos desde nuestro ayuntamiento. Somos sensibles ante el tema del maltrato y que de una vez por todas consigamos una sociedad en la que la diversión no sea a costa del sufrimiento de los animales.

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