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JAVIER ORTÍ Después de los corzos vienen los lobos. Es un dicho popular que se comenta estos días en el norte de Castellón. El...

JAVIER ORTÍ
Después de los corzos vienen los lobos. Es un dicho popular que se comenta estos días en el norte de Castellón. El incremento exponencial de la cabaña de corzos en la zona de Els Ports, unido a las recientes noticias de ataques de lobo en Alcañiz (Teruel), confirmados por el Gobierno de Aragón y a pocos kilómetros en línea recta de la frontera entre comunidades autónomas, aumenta la intranquilidad de ganaderos, veterinarios y cazadores.

Hace un par de años, el doctor en Biología y experto en el estudio de estos animales, Vicente Palacios, ya presagiaba la posible reaparición: «El lobo llegará al territorio valenciano, la expansión es lenta aún, pero llegará». Los últimos incidentes en tierras turolenses podrían ser un síntoma de la cercanía de esa fecha. La presencia de lobos en la Comunitat no es nueva, pero desde finales del siglo XIX su hábitat en los montes valencianos no se da de forma habitual. Sin embargo, ganaderos de Els Ports conocen la gravedad y las consecuencias que acarrea su presencia por episodios puntuales.

Diecisiete ovejas muertas, nerviosismo y replantearse su forma de vida. Estas fueron las consecuencias que arrastró la familia de Noel Pascual, masovero en Morella, en 1987. En aquel entonces, según rememora, tuvieron tres ataques en apenas veinte días: «Fue un horror, algunas las mató y a otras las dejó malheridas. El lobo y los masoveros no somos compatibles», sentencia Pascual. Para recordar la atrocidad de este episodio, el morellano disecó al ejemplar que causó el terror entre su rebaño de ovejas.

Sobre los recientes casos en Alcañiz, Pascual muestra preocupación, y recalca que «los rebaños en extensivo no podrán seguir si tenemos presencia de lobos, nos matarán el ganado. La España vaciada se multiplicará por la vía rápida si permitimos la entrada de lobos y no hacemos nada». En este sentido, testimonios de ganaderos, cazadores y veterinarios recogidos por Mediterráneo miran a la Generalitat y reclaman actuaciones preventivas y medidas oportunas. Los ataques sobre animales vivos no son nuevos en este territorio. A los frecuentes de buitres, se suman en los que las bajas son producidas por otros depredadores. En 2018, dos terneros murieron en una masía de Vilafranca, tras ser atacados por perros salvajes. Unos años antes, en 2012 y 2013, se registró un hecho más grave cuando varios perros silvestres causaron estragos en rebaños. Se descartó al lobo, que ahora vuelve a estar al acecho.

Vea fotos en MEDITERRÁNEO.

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