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Una peligrosa afición: practicar saltos al agua desde las rocas Una peligrosa afición: practicar saltos al agua desde las rocas
BARTOMEU ROIG La Policía Local de Peñíscola indica que en la presente temporada no se han producido incidentes de consideración, pero la zona de... Una peligrosa afición: practicar saltos al agua desde las rocas

BARTOMEU ROIG

La Policía Local de Peñíscola indica que en la presente temporada no se han producido incidentes de consideración, pero la zona de la muralla próxima a la Porteta continúa siendo un riesgo debido a la costumbre de determinadas personas de practicar saltos al agua desde las rocas.

 Desde este cuerpo explican que el operativo es el mismo que en veranos anteriores. «En primer lugar, existe una señalización que advierte de la prohibición expresa de bañarse desde este área; luego está la labor de los socorristas de la playa Norte, que pueden detectar cuando hay gente haciendo estas maniobras y, en el caso de que no atiendan las advertencias, van los agentes», puntualizan.

A pesar de ello, no es difícil encontrarse a arriesgados –muchos de ellos adolescentes– que conocen perfectamente los impedimentos para desarrollar estas prácticas, pero no hacen caso. Esta semana fueron vistos algunos jóvenes. Si bien optaron por no lanzarse al mar, debido a que había fuerte oleaje, reconocieron que eran saltadores habituales. Manifestaron que lo hacen «por la adrenalina», aunque son perfectamente conocedores de los peligros a los que se enfrentan, en el caso de que tengan una mala caída, no desarrollen una adecuada trayectoria o el agua esté más revuelta de lo deseable. También saben a la perfección el contenido de la señal colocada a escasos metros, pero, con todo, en cuanto tienen la oportunidad, se siguen jugando el tipo.

 Afortunadamente, hay muchos veranos que concluyen sin casos reseñables, a diferencia del pasado año, cuando el 7 de julio se tuvo que activar un amplio dispositivo de salvamento porque un joven cayó de las rocas al agua, precisamente en un día en el que ondeaba la bandera amarilla. Además de la gravedad del asunto, los socorristas desplazados pusieron en riesgo sus vidas para tratar de estabilizar al herido. Por desgracia, no pudo superar las secuelas y falleció unos días más tarde. Sin embargo, Peñíscola no es el único punto en el que se produce este tipo de fenómeno.

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