Teresa Sureda: 30 años al servicio del colegio de Peñíscola

BARTOMEU ROIG

Los viernes por la tarde suelen ser un momento de calma en cualquier colegio de jornada continua. Pero en el centro Jaime Sanz de Peñíscola se rompió la dinámica por una vez, y de forma más que merecida. Tras más de 30 años de servicio, la comunidad educativa brindó un emotivo reconocimiento a Teresa Sureda, conserje que ha visto crecer a dos generaciones en sus aulas hasta su jubilación.

El personal supo guardar el secreto, y cuando comenzó el turno vespertino, la homenajeada se encontró con el personal de la escuela, además de muchos maestros y trabajadores ya jubilados. «Fue toda una sorpresa ver a toda la gente reunida, porque no me había planteado algo así», dijo en el centro de un vestíbulo presidido por un mural en el que se le daba la enhorabuena por alcanzar esta etapa en su vida.

Y es que Teresa nunca se encargó de evaluar a los niños, pero ha sido una parte fundamental del recinto educativo, y se ha desvivido siempre por los pequeños. Una de las docentes leyó un texto en el que se mostró el aprecio por todo este tiempo de labor, que la convirtió en engranaje necesario para que todo funcionara bien. «Atender llamadas, hacer fotocopias, resolver problemas en las aulas, limpiar, una actividad continua», añadió.

Aunque lo había planeado como un día más de trabajo, las manifestaciones de cariño se sucedieron en todo momento. «Por la mañana no paré de llorar, porque los alumnos escribieron mensajes de despedida; luego la sorpresa de los compañeros, y al final la visita de la asociación de madres y padres», comentó. Un ramo de flores, regalos, o un cuadro con fotos de su tarea fueron solo unas muestras del afecto demostrado a una conserje que ha pasado tantos momentos en la familia del Jaime Sanz.