Dos alpinistas de Vinaròs y Xert coronan la cima del Monte Ararat

EMILI FONOLLOSA

Para cualquier alpinista, cada montaña tiene algún que otro aliciente, aunque no es necesario que haya algo especial en todas ellas para que les resulte atractivo llegar hasta la cumbre. Escalar el Monte Ararat, la montaña sagrada de Armenia y la más alta de Turquía con sus 5.137 metros de altura, puede resultar llamativo si se tiene en consideración que es una cumbre legendaria, ya que, según la propia Biblia, fue allí donde se posó el Arca de Noé después del diluvio universal.

Sin embargo, para dos integrantes del Grup de Muntanya de Xert, el vinarocense Salvador Oliver Juan y el xertense José Miguel Mateu Folch, ha sido una más de las cimas que han podido coronar en su larga trayectoria como grandes aficionados al alpinismo. Reconocen que no es un monte cualquiera, en cuanto a su historia legendaria pero también aseguran que escalarlo para intentar dar con algún vestigio del Arca es prácticamente misión imposible. “No se puede hallar ningún indicio, si allí se posó el Arca, fue hace muchos años y habría desaparecido toda por completo, por los terremotos que ha habido y además es un volcán”. Así se expresaban, remarcando que Turquía no deja de recordar al Arca de Noé como reclamo turístico.

Así que si este mes de julio, en compañía de otros siete alpinistas de diversa procedencia (Andorra la Vella, Sevilla, Barcelona, Sabadell…) han logrado llegar hasta la cúspide, en una rápida ascensión de tres días, ha sido para añadir otro pico conquistado a su currículum montañero y no por ser un monte tan significativo, cuya cima se encuentra cubierta de nieves perpetuas.

“Desde que llegamos a Turquistán hasta pisar la cima, solo pasaron tres días, tanto la subida como la bajada, la pudimos realizar sin problemas“ decía Oliver. “Nuestro grupo tenía mucha experiencia y en cuanto a la meteorología, tuvimos un primer día lluvia y un segundo, granizo, pero después salió el sol y así hasta el final”. “El último día estábamos en la tienda de campaña a la una y media de la madrugada y sobre las 9 de la mañana ya llegábamos a la cima” añadía.

Eligieron el Monte Ararat no solamente por ser una montaña emblemática sino también porque técnicamente no era muy difícil, “con nosotros escaló gente bastante más veterana, nos acoplamos a ellos porque buscaban más gente para que la escalada resultara más económica y en solo tres meses, ya la tuvimos organizada”.

El Ararat es un volcán, formado por sucesivas erupciones de lava, localizado en la parte oriental del país, muy cerca de la frontera con Irán y Armenia.

Salvador Oliver, con 43 años, tenía algo aparcado su deporte preferido desde hace unos cuantos años, “me casé, he tenido hijos, cambió pues mi vida… subir al Ararat ha sido reencontrarme con la montaña”. Así, aspira por tanto a seguir haciendo cumbres en otros lugares del mundo, “fer el cim” te da una gran recompensa, tras un gran esfuerzo y sacrificio”, “cuando pueda volveré a escalar, depende mucho también del asunto económico, no hay espónsor, va todo el gasto a nuestro cargo…”.

Oliver ha estado en el Himalaya en varias ocasiones y Marruecos, entre otros lugares. “Legué a intentar en el 2007 un ocho mil del Himalaya, la expedición sí que llegó a la cumbre, pero yo no pude por culpa de la aclimatación”. La ocupación laboral de Oliver tiene cierta relación con su gran pasión deportiva: es monitor desde hace 9 años del parque de aventuras Saltapins, en Morella donde los participantes también “escalan”, pero solo pinos, no montañas.