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Càlig “reconstruye” su pasado con el hallazgo de documentación, incluyendo un pergamino de Felipe III dirigido a Vinaròs Càlig “reconstruye” su pasado con el hallazgo de documentación, incluyendo un pergamino de Felipe III dirigido a Vinaròs
EMILI FONOLLOSA La persistencia y la pasión por conocer el pasado de su población ha llevado al profesor del Departamento de Filología y Culturas... Càlig “reconstruye” su pasado con el hallazgo de documentación, incluyendo un pergamino de Felipe III dirigido a Vinaròs

EMILI FONOLLOSA

La persistencia y la pasión por conocer el pasado de su población ha llevado al profesor del Departamento de Filología y Culturas Europeas de la UJI Josep Manuel Quixal San-Abdón al hallazgo en la iglesia parroquial de Càlig de una gran cantidad de documentación, que se sitúa entre los años 1.325 y 1.893, entre la que hay pergaminos firmados por los reyes Felipe III y Felipe IV.

“Yo estaba convencido de que algo había en una cavidad del falso techo en forma de bóveda, situada en el pasadizo entre las dos sacristías de la iglesia, con lo que convencí al párroco para que me dejara subir, lo que requirió usar una larga escalera y allí descubrí más de 180 libros y alrededor de 3.000 documentos sueltos” contaba a VINARÒS NEWS mientras mostraba algunas piezas de este valioso hallazgo.

Hasta la fecha, se creía que en la parroquia caligense todos sus libros fueron quemados durante la guerra civil y es que se desconocía lo que había en aquel recoveco. “Pensé inicialmente que a las puertas de la guerra civil alguien los dejó allí para intentar preservarlos, pero luego, al ver que el libro más “joven” se remonta a 1.893, desistí de esta teoría, porque del 1893 hasta el 1936 no hay absolutamente ni un papel y lo que he concluido es que fue en realidad a finales del siglo XIX cuando dejaron allí arriba todo lo que era archivo definitivo, es decir, lo que no iba ya a ser modificado ni utilizado”.

Quixal ha llevado a cabo una ingente tarea de organización e interpretación de todo lo encontrado y sigue con ella porque es un trabajo casi sin fin; falta acabar el fichaje y catalogación para culminar con la digitalización.

El más antiguo, de 1.325, es una escritura notarial firmada en Valencia. Sin embargo, la “joya de la corona” como el mismo Quixal define, son dos pergaminos firmados por sendos reyes: Felipe III y Felipe IV, con sus respectivas firmas “Yo el Rey”. El primero se trata de una cédula real firmada por el rey en el Monasterio del Escorial el 29 de septiembre de 1608 dando licencia a la parroquia de Vinaròs (que aparece escrito “Binaros”), para amortizar 200 libras en moneda real valenciana, con el privilegio del descuento de las ¾ partes de los derechos de la corona. Casualmente, la Carta Pobla de Vinaròs fue firmada también un 29 de septiembre (de 1241). El segundo lo firma Felipe IV el 2 de junio de 1621, dando licencia a la parroquia de Càlig para amortizar 5.000 libras en monedas real valenciana, con idéntico privilegio. Ambas parroquias argumentaban en su solicitud que había en estos municipios una situación económica delicada, provocada por la marcha de los moriscos, tras su expulsión.

Entre los libros hallados los hay de todo tipo como de gestión, protocolo, colectas, mortuorios… y sacramentales (bautizos, confirmaciones, bodas, defunciones y cumplimiento pascual). Hay documentos curiosos como una sanción impuesta a los sacerdotes de Càlig porque no satisfacían los “tributos”; son condenados por el responsable de la orden de Santa María de Montesa a depositar “499 libras, 13 sueldos y 10 dineros”. Hay incluso una nómina de la Inquisición, del siglo XVII.

Fue una sorpresa encontrar un rollo de documentos, “bien atado con un lacito, muy primoroso” en cuya cubierta envolvente ponía “cartas de poca importancia”. ”Fue una gran sorpresa al abrirlo y descubrir que fundamentalmente eran de tipo económico, como una carta del obispo de Tortosa advirtiendo a quien no está pagando sus deudas”.

Estudiando estos libros y documentos hallados, algunos en deficiente estado de conservación, se puede conocer cómo va creciendo la población de Càlig porque aparece la relación de personas que vivía en cada casa, “se puede comprobar que en el1614 Càlig tenía 600 habitantes y solo contaba con 6 calles, porque nadie quería salir a vivir fuera de las murallas”. También se pueden conocer los apellidos y nombres de pila de siglos atrás en Càlig; por ejemplo, en 1614, había 51 “isabeles” (por entonces escrito Isabeth), 48 “magdalenas” y 35 “úrsulas” (en nombres masculinos el más abundante era “Pere”, con 39 vecinos así llamados, seguido por “Joan” con 36).

“Esta documentación cuenta la vida de Càlig por lo que sirve para conocer mejor cómo hemos ido viviendo y creciendo no solo como sociedad sino también como estructura urbana” destaca Quixal añadiendo que “aquí hay instrumentos de investigación brutales, es un material espectacular para hacer tesis, tesinas, trabajos finales de master, trabajos de filología, de historia…”.

Están, por ejemplo, todos los movimientos de entradas y recibos de lo que se ha pagado en la parroquia a lo largo de un extenso periodo cronológico, incluyendo facturas de importes mínimos. Las lenguas fundamentales utilizadas en los documentos son el latín y el valenciano, pero también sirven para comprobar la imposición del castellano a partir del Decreto de Nova Planta y posteriores reglamentaciones (1707). Sin embargo, resulta curioso el nivel de desobediencia de estas normas porque hasta el 1746 continua habiendo documentos redactados en valenciano. En la misma hoja de uno de ellos,  los primeros registros aparecen en valenciano y los últimos, ya en castellano (el que era Vicent Gil vicari, pasa a firmar como Vicente Gil vicario).

Vecinos caligenses y visitantes pudieron ver recientemente parte de estos históricos documentos y todo el proceso de su hallazgo y catalogación en una exposición realizada en la Casa Abadía, organizada por la parroquia y patrocinada por el Ayuntamiento.  En esta exposición colaboraron Pepe Sans, Fotoclub “La Torre”, Sans-Sanjuan, Amat Bellés, Jordi Pilar, Joaquin Borràs y Juan Manuel Borràs.

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