Autocontrol de residuos en los turistas del parque de la Serra d’Irta

BARTOMEU ROIG

El parque natural de la Serra d’Irta da este verano un nuevo paso en las iniciativas para concienciar a sus usuarios de la necesidad de dejar el entorno en unas condiciones adecuadas. Desde hace unos meses, en los principales accesos, unos carteles recuerdan a los visitantes que no pueden depositar ningún tipo de residuo y que cualquier desperdicio que genere su estancia deberán llevarlo con ellos, para tirarlo posteriormente en las islas de contenedores ubicadas en las salidas.

La directora del paraje, Aurora Quero, indica que el lugar «no es una zona urbana y, por tanto, no hay contenedores y papeleras, así que es muy importante que la gente tenga presente que dejar el sitio en perfectas condiciones es una responsabilidad de todos». Al igual que en otros parajes similares, existe una encomienda de gestión para labores de mantenimiento y limpieza de desperdicios, pero ya no hay contenedores en las zonas recreativas, como hasta ahora. «Dejar restos allí entraña ciertos riesgos, como que haya animales que por la noche escarben y dejen los mismos esparcidos, o que incluso haya quien deje botellas de vidrio, con el peligro de que con las actuales temperaturas pueda hacer efecto lupa y ser el foco de un incendio. Con el sistema de ahora, la gente incluso puede disponer de recipientes selectivos cuando se vayan», añade la responsable del enclave. La medida se aplica desde hace unos meses, pero es ahora cuando la costa de Irta, especialmente las calas, reciben a un mayor número de visitantes, lo que pone a prueba la efectividad de las actuaciones, en función del grado de civismo ciudadano.

ACCESOS

Los ayuntamientos de los tres municipios en los que se encuentra el espacio natural, Peñíscola, Alcalà y Santa Magdalena, disponen de estos contenedores, en las entradas, junto a la correspondiente señalización que explica que la basura generada debe ir con los usuarios. También hay unos carteles, con el título de Per una serra més neta, que inciden en este planteamiento. Por el momento, en el parque no disponen de un estudio sobre los resultados de los cambios en los primeros compases de la temporada alta. Un periodo en el que crece la presión, debido fundamentalmente a la cantidad de personas que acuden con sus vehículos de motor a las calas.

La dirección llegó a plantear hace dos años la posibilidad de limitar el acceso de coches y sustituirlo por un método de transporte público, además de un servicio de alquiler de bicicletas. Según los cálculos efectuados en el 2016, 116.000 personas accedieron a Irta, sobre todo en verano, lo que tiene efectos en la vegetación situada en las inmediaciones de las sendas. La acción no llegó a aplicarse, ante la falta de acuerdo con los consistorios afectados, sobre todo por los costes que supondrían los cambios.